sábado, 29 de octubre de 2011

Sobre la canción de amor, el Cantar de los Cantares, que me bese con los besos de su boca

Extracto de las palabras Sobre la canción de amor que NICK CAVE dijo el 25 de septiembre de 1999 en Viena acerca del modo en que el tema amoroso adquiere, cuando se lo transforma en canción, un estatuto religioso.
Tomados de la revista "Diario de Poesía", Junio a Octubre del 2009, N°78, traducción de Jaime Arrambide, Buenos Aires-Rosario. 

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"Si bien la canción de amor toma muchas formas -canciones de exultación y alabanza, canciones de rabia y desesperación, canciones eróticas, canciones de pérdida y abandono-, todas están dirigidas a Dios, pues la canción de amor habita en el atormentado reino de la nostalgia. 
Es como un aullido en el vacío, un pedido de Amor y de solaz, y está viva en los labios del niño que pide por su madre. Es la canción del amante que pide por su amada, el desvarío del suplicante lunático que implora a su Dios. Es el grito de alguien encadenado a la tierra, a las banalidades mundanas, que ansía volar, volar hacia la imaginación, la inspiración y la divinidad. Pues la canción de amor es la luz de Dios que se abre paso desde lo más profundo y estalla en nuestras heridas. 

Marc Chagall
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El "Cantar de los Cantares", quizás el mejor poema de amor jamás escrito, tuvo un impacto decisivo en mí. Su naturaleza abiertamente erótica, el viaje metafísico por el cuerpo de los amantes -los senos comparados con racimos de uvas y jóvenes venados, el cabello y los dientes comparados con rebaños de cabras y ovejas, piernas como columnas de mármol, el ombligo como copa, el vientre como una parva de trigo-, y su asombroso imaginario, nos disparan al mundo de la pura imaginación. Aunque los amantes están físicamente separados -Salomón queda excluido del jardín donde canta su amada-, la salvaje y obsesiva proyección de uno de los amantes sobre el otro los funde en un mismo ser, construidos con una serie de metáforas de arrebato amoroso".

Marc Chagall





La imagen del Jardín en el Cantar de los cantares es especialmente relevante. El jardín en esta obra literaria implica, por una parte, el lugar o refugio de los amantes, y por otra, el cuerpo de la mujer. Leemos en 4,12–5,1 que el Jardín es el jardín del amor, donde el amante entra y donde goza de los frutos, al mismo tiempo que se le identifica con el amado (4,16; 5,1):


4,16: Despierta, viento del norte; acércate, viento del sur; soplen sobre mi jardín, que exhale sus perfumes. Entre mi amado en su jardín, y coma sus frutos exquisitos.
 
5,1: He entrado en mi jardín, hermana y novia mía, he recogido mi mirra y mi bálsamo, he comido mi néctar con mi miel, he bebido mi vino con mi leche. Compañeros, coman y beban, embriáguense de amores. 

Marc Chagall
El Cantar de los Cantares, un bellísimo poema, es uno de los libros más conocidos de la Biblia y también de los más citados, sorprendentemente. Y digo sorprendentemente porque en el Cantar no aparece Dios ni una sola vez. Y sin embargo la literatura religiosa lo tiene por un libro muy rico, que históricamente ha aportado mucho a la reflexión espiritual. 

Los primeros versos del Cantar son: 


“¡Que me bese! / ¡Que me bese con los besos de su boca! / Más dulces que el vino son sus amores”. 

Las metáforas, símiles y figuras retóricas del Cantar son inagotables e insuperables. Dos de los más bonitos que he encontrado, por otra parte bien conocidos, son estos:  

“Tus pechos son como dos crías / mellizas de gacela / que pacen entre lirios”; y “tu ombligo es una ánfora redonda / donde no falta el vino aromático”.


Y nada más oportunamente sensible que escuchar una canción de amor.

Isabelle Boulay
Je sais ton nom
(Sé tu nombre)

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