Todavía extraño sus besos de chocolate, sus caricias de merengue y sus abrazos de dulce de leche. Ella era la persona más dulce del planeta y yo fui excesivamente goloso. Como era de esperarse, terminé convirtiéndome en un adicto a sus mimos.
La amaba más que a nada, pero cada minuto que pasaba a su lado significaba un minuto menos de vida.
Las calorías de sus caricias, besos y abrazos, eran la principal causa de mi constante aumento de peso. Desde que comencé a salir con ella, engordé a razón de 150 gramos diarios.
Me di cuenta del mal que me hacía cuando dejaron de entrarme los pantalones pero a decir verdad, no le di demasiada importancia. Ella era mi vicio y seguí recurriendo a sus caricias, besos y abrazos hasta que el azúcar no entró más en mi cuerpo.
Después del pico de colesterol, me vi obligado a dejarla.
Walter Giulietti
Siempre los excesos y los extremos fueron malos. Todo lo bueno en pequeñas dosis puede ser perfecto, pero si se toma mucho y frecuentemente, aunque sea lo mejor del mundo, puede conducir al fracaso por sobredosis.
Ahora bien, ¿por qué misteriosa razón siempre se ha relacionado el amor con lo dulce: dulces besos, dulce como la miel, luna de miel...? Yo creo que el amor no engorda.
Cuando te enamorás no pensás para nada en la comida. Es más, cuando estás consumido por la pasión, quemás cientos de calorías.
Sin embargo, cuando el desamor se instala en la vida, es cuando a muchas personas les da por comer, y no digo nada del chocolate, claro sucedáneo del amor, o incluso puede darse el caso de alguien que se refugie en la bebida.
Con lo cual, más que el amor, engorda el desamor...
Ahora bien, ¿por qué misteriosa razón siempre se ha relacionado el amor con lo dulce: dulces besos, dulce como la miel, luna de miel...? Yo creo que el amor no engorda.
Cuando te enamorás no pensás para nada en la comida. Es más, cuando estás consumido por la pasión, quemás cientos de calorías.
Sin embargo, cuando el desamor se instala en la vida, es cuando a muchas personas les da por comer, y no digo nada del chocolate, claro sucedáneo del amor, o incluso puede darse el caso de alguien que se refugie en la bebida.
Con lo cual, más que el amor, engorda el desamor...
Aunque pareciera que el protagonista de esta historia se aferró a tanta dulzura excesiva que tuvo que romper con su amada como si fuera una adicción. Debió apartar a su adicción de encima para seguir viviendo. Porque el protagonista quería vivir.
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(¿Y si te como a besos y bailamos?).
Henry-Claude Moutou, Laurence Beaumarchais
y Malavoi
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