domingo, 18 de diciembre de 2011

El gato mira derramando su alma verde en la sombra, y entiende a Debussy


Para comprender un poco mejor los versos del poeta e imaginar los delicados pasos de un gato sobre el teclado de un piano, es aconsejable acompañar la lectura con este video: "Claire de lune" de Claude Debussy.



Canción novísima de los gatos

Mefistófeles casero
está tumbado al sol.
Es un gato elegante con gesto de león,
bien educado y bueno,
si bien algo burlón.
Es muy músico; entiende
a Debussy, mas no
le gusta Beethoven.
Mi gato paseó
de noche en el teclado,
¡Oh, que satisfacción
de su alma! Debussy
fue un gato filarmónico en su vida anterior.
Este genial francés comprendió la belleza
del acorde gatuno sobre el teclado. Son
acordes modernos de agua turbia de sombra
(yo gato lo entiendo).
Francia admira a los gatos. Verlaine fue casi un gato
feo y semicatólico, huraño y juguetón,
que mayaba celeste a una luna invisible,
lamido por las moscas y quemado de alcohol.
Francia quiere a los gatos como España al torero.
Como Rusia a la noche, como China al dragón.
El gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene
el enorme prestigio de haber sido ya Dios.
¿Habéis notado cuando nos mira soñoliento?

 

Parece que nos dice: la vida es sucesión
de ritmos sexuales. Sexo tiene la luz,
sexo tiene la estrella, sexo tiene la flor.
Y mira derramando su alma verde en la sombra.
Su espíritu es andrógino de sexos ya marchitos,
languidez femenina y vibrar de varón,
un espíritu raro de inocencia y lujuria,
vejez y juventud casadas con amor.
Son Felipes segundos dogmáticos y altivos,
odian por fiel al perro, por servil al ratón,
admiten las caricias con gesto distinguido
y nos miran con aire sereno y superior.
Me parecen maestros de alta melancolía,
podrían curar tristezas de civilización.
La energía moderna, el tanque y el biplano
avivan en las almas el antiguo dolor.
La vida a cada paso refina las tristezas,
las almas cristalizan y la verdad voló,
un grano de amargura se entierra y da su espiga.
Saben esto los gatos más bien que el sembrador.
Un gato enfurecido es casi Schopenhauer.
Cascarrabias horrible con cara de bribón,
pero siempre los gatos están bien educados
y se dedican graves a tumbarse en el sol.
El hombre es despreciable (dicen ellos), la muerte
llega tarde o temprano ¡Gocemos del calor!

Duerme tú, gato mío, como un dios perezoso,
mientras que yo suspiro por algo que voló.
Duerme tú santamente mientras toco el piano.

Y tú gato de rico, cumbre de la pereza,
entérate de que hay gatos vagabundos que son
mártires de los niños que a pedradas los matan
y mueren como Sócrates
dándoles su perdón.

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¡Oh gatos estupendos, sed guasones y raros, y tumbaos panza arriba bañándoos en el sol!
 
Federico García Lorca

El gato es un animal tan fascinante como enigmático y casi omnipresente en la literatura y en las Bellas Artes. Según las épocas o bien suscitaba simpatía y era representado como un animal cariñoso o bien era rechazado casi por demoníaco. ¿Por qué será que a los gatos se los ha amado y odiado con la misma pasión? Es el gran amigo de los escritores y sobre todo de los poetas. Todos ellos se han sentido fascinados y le han rendido homenaje. El gato se impone pues como un auxiliar indispensable en la vida y en la obra de multitud de escritores, hasta tal punto que Aldous Huxley daba como principal consejo a los escritores noveles que si alguna vez querían llegar a ser grandes celebridades tenían que empezar por tener gatos. Otros lo defendían diciendo que la facultad de poder caminar entre libros y tinteros sin mover nada de su sitio hace del felino el compañero ideal para el escritor.


A veces el gato se presenta como el prototipo del conquistador varonil, es el arquetipo del romeo que va por los tejados en busca de su amada. El gato conquistador se asocia a la vida nocturna y sus placeres. Cuántos dibujos y retratos de Toulouse Lautrec, o el archiconocido "Chat Noir" de Steinlen, anuncio del cabaret del mismo nombre reproducido hasta la saciedad y que ahora muestro aquí, tienen al gato como protagonista.

Este gato negro es uno de los símbolos de Montmartre. Cuando se viaja a París, se lo ve representado en remeras, bolsos, posavasos y en mil y un recuerdos que todos compraríamos para dejar constancia ante nosotros y ante nuestras amistades de que hemos estado en la Ciudad del Amor.

Y como colofón, a modo musical y humorístico, un video especial en honor a los gatunos:

Les petits chanteurs à la croix de bois
Miau, miau, miau






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